Somos cada trago de cerveza, de whisqui, de licor que hemos dado. Hubo tragos de todo tipo, los tragos que nos hicieron, que aún nos hacen: bebimos como pudimos. Dimos tragos de rabia, de desamor, de labios, de muerdos, a dentelladas, de colores, trasnochados, amanecidos, a medias, a cuartos, a saco, de miedo, de incertidumbre, de certeza, de lunas, de sol, de ayeres, de mañanas, de apaños y amaños, solitarios, de multitud, que sobraban, que faltaban, con hombres, con mujeres, con muchas mujeres, cada una distinta que también nos hicieron, como los tragos que recordamos, o los que ya están perdonados pero no olvidados, y los tragos locos, los cuerdos, los amables, los simpáticos, los que nos hicieron llorar y naufragar, los que nos levantaron...
La vida son etapas y por eso llevo unos años sin dar un trago por la Calle Luna. Pero esta tarde que escupe fuego se ha empeñado en devolvérmelos junto con todos los garitos y la gente que los envolvieron. Y están formando un espejo raro en el que no me distingo bien. Suena música de entonces en mi cabeza.
También hay tragos raros. Y uno no sabe cómo tomárselos.
¿donde estabas entonces cuándo tanto te necesité...?